08 febrero 2009

Berlinale 2009

Sólo quiero caminar (Agustín Díaz Yanes, 2008)

Ver películas en la Berlinale y supongo que en cualquier festival de cine, hace que se escriban malas críticas. Dependiendo de lo desesperado que estés por ver la película o lo que te haya costado conseguir butaca, la recibes de una manera u otra. Si la película tiene los topicazos que de este director te esperas: mujeres que se ven obligadas a chupar pollas, hombres pegando tiros a diestro y siniestro, amistades dispuestas a pasar por todo sin romperse y amores que nacen de un encuentro casual... pero cuentan también con un guión acertado y toques de humor sagaces (algo que de alguien como Yanes es también de esperar), puedes caer en una peligrosa reacción de doble filo; y aquí entra en juego tu suerte al haber conseguido entradas. Una larga espera y la consecuente butaca demasiado cerca de la pantalla puede sumirte en una profunda angustia y dèja-vu (con Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto).

Protagonista y Director abrigaditos en Berlín (ficha de la película)
Si la entrada la adquiriste cómodamente hace tres días y de camino hacia el cine nadie salpicó con su café en tu solapa, y da la casualidad de que el director sale a saludar y a agradecer (en tu idioma) tu sincero aplauso, pues es imposible que no se te estruje un poquito el corazón y que no escribas unas amables palabras para un film en el que hay tan poca amabilidad y sobre todo, mucha salsa de tomate.

Berlinale 2008

Nanni Moretti
en el Berlinale hall of fame
Caos Calmo (Antonio Luigi Grimaldi, 2007)

Escrita y protagonizada por Nanni Moretti, esta historia guarda parecidos infraestructurales con la película La habitación del hijo (2001). Esta vez descubrimos con posterioridad la relación entre marido y la difunta mujer, no como en el film anterior en el que la relación padre e hijo se construye antes de que éste fallezca. Ambas películas enfrentan a un padre de familia con la pérdida inesperada y repentina de un miembro de la familia, pero sobre todo se ocupa de analizar la reacción del que queda en tierra y cómo su relación con los demás personajes (hijas, amigos, compañeros de trabajo...) varía. El psiquiatra de La habitación del hijo y el ejecutivo de Caos calmo pudieran ser la misma persona. Ambos personajes son en primer plano observadores (queda claro al principio de la película, cuando al ahogarse dos mujeres, la primera/primaria reacción de Pietro es mirar y no hacer nada)... con el transcurso de la película el personaje se hace más agresivo (en la habitación del hijo empieza el psiquiatra a desahogarse con sus pacientes, intercambiando con ellos el papel).

Analizando ambos filmes, podemos decir que la muerte de un ser querido aparentemente no cambia la vida a nadie, pero sí obliga a evolucionar, tras un periodo de obligado luto parecido a un duermevela o un sueño, que te sumerge en un estado por naturaleza transitorio del que es necesario despertar.