05 abril 2012

cine nostalgia (dos)

Las conversaciones en las que me ensarzo con colegas cinéfilos y cinemaniáticos, como me he dado cuenta, terminan en dos conclusiones que me gustaría analizar en este post.

1) La cinefilia es un caracter genético heredado
2) La tele de los años 80 ha alimentado a todos los cinéfilos de mi generación

No existe nadie de menos de treinta años que sepa quien es Deborah Kehr o que diferencie a Judy Garland de Kim Novak que no haya sido amamantado con cine clásico desde su más tierna infancia. Confundir a Spencer Tracy con tu propio abuelo o odiar a Sherley Temple (no solo por sus dichosos tirabuzones, sino porque bailaba claquet mejor que tú) no es algo típico de alguien que nació cuando Sherley Temple tenía 50 años y los tirabuzones pertenecían a las pelucas de carnaval. 

Sin embargo un amamantado auténtico como me considero yo, siente nostalgia cuando va hoy al cine, nostalgia por las miradas de Lauren Bacall en 'el sueño eterno' hacia un Boggie 20+ años mayor que ella echando bocanadas de humo mientras entrecerrados los ojos le dice 'don't be cute'.

Gracias a La butaca, Antonio Gasset y la noche temática se han llenado durante esa década prodigiosa las estanterías de la videoteca casera se mis padres. Diez años durante los cuales la tele española fue dirigida por Pilar Miró y la cultura española auspiciada por gente como Jorge Semprún y Javier Solana... Años en los que dicho país prometía ser un buen sitio para la cultura y las artes... Resultó todo ser una engañufa y una decepción.

Aunque por mis genes corre la memoria elefántica del abuelo que se sabía todas las películas del oeste de principio a fin; tanto o más, esta cinefilia que tengo se debe a una herencia genético-aprendida de quien es inculcado el buen cine desde que da sus primeros pasos... grabada en la retina permanece la teta gigante que persigue a Woody Allen en "todo lo que siempre quiso saber..." y por extensión casi todas las escenas de este y otros directores que se consumían en el salón de mi casa cada fin de semana (sin falta).

Mi cinefilia fue en gran modo aprendida gracias a la permisibidad de unos padres que me dejaron ver películas como "el hombre elefante" o "la parada de los monstruos" a una edad en la que aunque la crueldad y la metáfora no se entienden, lo que pudiera dar, incluso, únicamente miedo, permite desarrollar un sexto sentido para comprender la capacidad que tiene el cine de tocar cualquier tema que se presente y convertirlo en un micro-universo o como se dice en el mundo cibernético en un constructo 'stand alone' en cuyo interior todo es posible.

A las noches en las que podía quedarme a ver hasta el próximo descanso pero luego a la cama y a las tardes de sábado en las que el olor a café de la sobremesa se culminaba con un vámonos al cine, me gustaría dedicar estas letras tan negras sobre el fondo blanco como tantas películas de hace tantos o más años.

1 comentario:

Ma dijo...

Me alegro que tantas veladas caseras de buen cine te hayan "marcado", es una marca buena, tienes el cofre mas lleno y de cosas mas ricas... pero es Debora Kerr, magistral y emocionante en "La noche de la iguana".
También sabian muy rico esas tardes de vacaciones de verano en que, gracias a las nieblas galaicas, hacíamos maratones de Indiana Jones o La guerra de las galaxias, muy rico, con palomitas de microondas.
Y acuerdate (tienes que re-verla) de Esta tierra es mia con un Charles Laughton inolvidable, dando lecciones de dignidad y ética en malos tiempos ¿y que hay de La versión Browning? solo por oir el inglés vacilante y perfecto de Michael Redgrave en un papel ummmm perfecto ya vale la pena.
Bueno, otro dia más.