06 enero 2013

Privatizar. Peligro. Un ejemplo.

Que antiguo suena que un servicio nacional sea gestionado y ofrecido por una sola empresa o el estado... oligarquía, monopolio, pobreza de mercado... todos términos negativos para el negocio y las leyes del libre comercio. Pero en esto del comercio liberal y la ley de lo más barato, ¿Alguien piensa realmente en el usuario y en el (a veces) involuntario 'cliente'?

Las leyes de la economía son muy difíciles de entender, para muchos humanos entre los que me encuentro y una gran masa de gente que se escabulle muchas veces de dar explicaciones con la excusa 'yo de eso no entiendo que soy de letras'. Pero las implicaciones de un movimiento hacia lo privado por parte del estado las vivimos todos y las consecuencias se nos imponen, la mayoría de las veces, a ritmo de papeleo extra y más incomodidad para (y mira que odio esta palabra) el 'ciudadano'.

¿Qué significa a largo plazo que los servicios de transportes se privaticen? En muchos países ya lo llevamos viendo suficiente tiempo para ver que no todo es un camino de rositas, si no, pregúntenselo a los constructores de vías y ferrocarriles que no hayan fallecido sido víctimas de un accidente laboral en Inglaterra. 

Algunos sectores como la telefonía y comunicaciones llevan tanto tiempo privatizados que parece que en algunos países resulta revolucionaria y re-moderna la idea de que haya un sistema de wifi gratuito con cobertura total en ciudades... ¡señores! que pagamos impuestos y (sobre todo a costa de muchos usuarios confiadosunas tarifas de telefonía e internet millonarias... sepan que estas innumerables empresas, se gastan los dineros en mirarse al ombligo y al ombligo de la competencia para crear un nuevo 'logo', mientras les saldría gratis abrir líneas cuando la cobertura ya la tienen, heredada seguramente del servicio público que fue hace años.

Actualmente hay varios sectores que están en la fase ‘baby steps’ de la ola de privatización, entre ellas instituciones culturales y servicios tradicionalmente públicos como hospitales. En mi bola de cristal, que admito: no funciona con total precisión; veo nubarrones con precipitaciones violentas. Os cuento un caso ejemplificador (y espero, no muy simplificado) de que los ajustes al mercado tal como está, acarrean incomodidades al usuario, ahora cliente. 

Este espacio no está patrocinado por Correos.
Stadtbriefkasten der Deutschen Reichspost, 1885
Stadtbriefkasten der Deutschen Reichspost, 1885
Museumstiftung Post und Telekommunikation


En muchos países, al menos en los de mi zona postal de referencia, Correos (con mayúscula) era una institución pública... pero como tantas otras ya no, aunque el nombre está patentado y nadie en su vida cotidiana es consciente de los diferentes ‘correos’ que existen. Prueba de esto la siguiente fábula sin animalitos que hablan, espero, con alguna moraleja.

Hace un par de meses un amigo emigró a los Estados Unidos, una realidad social, sin mucho sentimentalismo, no se entienda en el contexto post-crisis financiera. Una realidad que se practica desde que el mundo importa y exporta... que parece que sufrimos todos Alzheimer histórico de repente. Este chico sacaba muy buenas notas en el colegio con lo cual, es bastante listo.

Ya venía notando un tiempo que la filial de la empresa en la que trabaja, vaticinaba un futuro inestable a sus empleados, así que aceptó la oferta del mejor postor y salió por piernas... curiosamente se fue a otra filial de la misma empresa, pero si queréis detalles y saber cómo acaba esta historia, no les puedo ayudar, la mía es otra historia. En su percepción de correos como ‘servicio público’, fue a su oficina más cercana, y no como un ciudadano que reclama un derecho, sino como ‘cliente’ paga entre 15 y 25 euros por un servicio añadido (si nos pusiéramos en plan borrico y exagerado como gusta a los masa media: ‘contrata un ofertón'), para que el correo a su antiguo apartamento lo desvíe Correos desde la central a su familia en su país natal... Chachi, ahora no hay que pasarse por su apartamento cada dos semanas a vaciarle el buzón hasta que se acabe su contrato con el casero en Febrero. ¿Con semejante posibilidad en el mercado... a quien se le ocurre empezar una lista (y no perderla en los innumerables back-ups) de todas las empresas a las que les damos nuestra dirección postal?

Pero ésta, como muchas otras relaciones cotidianas con servicios u ofertas, es una película sin final feliz, y como tal película de intriga, se retuerce la trama, para hacértelo pasar mal un rato. 

Resulta que en la empresa de este chico trabajan también otros chicos y chicas que sacaban buenas notas. Un día, en su tradición de empresa puntera, llamémosla Bokia, contrata los servicios para su servicio postal, para no confundirlo con el de Correos, al otro ‘correos’, una empresa moderna y joven, sin papeleos y sobre todo, más económica... Una empresa, que aunque no puede usar el nombre de correos, las maravillosas leyes de mercado le permiten ofrecer los mismos servicios, emplear a los desempleados de la empresa que se llama igual que el servicio de correos, y tiene una estructura y funcionamiento calcado a la empresa original, la que antiguamente era pública y al servicio de todos. 

Esta segunda empresa, llamémosla Pon, sí, es super-moderna y joven, pero no es percibida por la gente como servicio de correos y a nadie se le ocurre visitar la filial probablemente virtual, con opción de hacer una cuenta online para recibir 'ofertones' vía email y no tener que ver una cara humana para cualquier tipo de contrato u ‘oferta’ que contrate, porque sencillamente no tiene tanto personal contratado porque los tiempos están mal y total, ¿quién manda una carta hoy en día? Al final, nuestro amigo no pagó otra suma probablemente más económica que la de Correos, para desviar el correo entrante de Pon a un nuevo domicilio. Y tampoco su empresa es tan burocrática, megalítica y carca, como para saber que su propio empleado se ha mudado.

Al final, el ciudadano se convierte sin saberlo en ‘cliente’, paga y no recibe el servicio que originalmente se propuso contratar. Y aquí seguimos, recogiendo correo cada dos semanas, que total, vivía cerca y no supone más que un franqueo de Correos de 3,45 Euro al mes.

Los acontecimientos relatados en este post, se basan en hechos reales. Me he acogido a la libertad de autor para poder contar una historia con pies y cabeza. A razón de alguna muy probable ley de protección de empresas además de la mencionada libertad de autor implican que los nombres de las empresas utilizados son puramente ficticios y ningún semejante a nombres reales es intencionado. 
Para comprobar datos, pueden visitar el Porto-Kalkulator y la información sobre el Nachsendeservice de Deutsche Post Gmbh.

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